Mi reciente visita a Toledo (como anteriormente, Erasmus, clases de filosofía en la Universidad de Castilla-La Mancha) fue estupenda bajo todos los aspectos posibles. En primer lugar, me encontré en el centro de la crisis política en España y pudé observar su desarrollo en los momentos más cruciales. Discutirla con toledanos y madrileños porque resulta que es el único asunto importante del que se discute en este país en ese momento.
Por otro lado, me di cuenta de que la cultura política en España es de un nivel muy alto porque todas las discusiones entre los principales poderes del conflicto se centran en los asuntos legales y ningún político apoya el uso del poder físico y militar. Destaco a este aspecto porque, normalmente, este tipo de asuntos culminan en la guerra o en un conflicto en el que hay muertos. Sólo conozco escasos ejemplos recientes de conflicto resueltos sin violencia, es decir: Quebec, Escocia, Chechoslovaquia y…no sé qué más, quizá la fragmentación de la Unión Soviética en unos lugares (en Bielorusia sí, pero en Lituania, no) aunque, en un momento, ocurrió el golpe del estado en Moscú y observábamos la lucha brutal en las calles de la ciudad. Los demás (ex Jugoslavia, incluyendo Kosovo, Ucrania, Sudan, Kurdistan y muchos otros) muestran que el separatismo o el independentismo del cualquier tipo implica la lucha militar brutal y larga. En otras palabras, envidio a los españoles su alto nivel de la cultura política.
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