Fue estupendo dar clases de historia de la filosofía y de filosofía de la cultura a los estudiantes en la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo. La experiencia fue extraordinaria, especialmente porque todo eso tuvo lugar en el casco antiguo de esta ciudad preciosa y tan singular. Era difícil separar o aislarse del encanto de las calles y los edificios espectaculares alrededor de nuestro edificio, también espectacular, mientras estábamos practicando la filosofía, en castellano, en las salas de la Facultad de las Humanidades allí. Tampoco se puede ignorar la dimensión gastronómica antes y después de las actividades académicas: los sabores de la comida, como del vino (con mucho cuerpo, muy potente) – todo eso produce una composición especial. Mi aventura fue posible gracias al programa del Erasmus + y la asistencia y guía del doctor Ángel Faerna, que es profesor allí. La tesis que quería explicar en mis clases era que vale la pena estudiar la historia de la filosofía para ver si los asuntos e ideas que se encuenran ahí son aplicables en nuestra vida hoy en dia (la felicidad por ejemplo), no solamente investigar lo que tuvo lugar en el tiempo pasado. En otras palabras, los filósofos antiguos estudiaban los mismos problemas de la vida normal y corriente como nosotros tenemos ahora, por ejemplo: cómo reducir el miedo al dolor, qué hacer para ser feliz, qué hacer para vivir la vida buena y con mucho sentido – los problemas universales de todos los humanos, problemas que estudian los filósofos en todas las épocas.
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