
La frase “un encuentro cultural” carece de un sentido fijo. Sin embargo, se utiliza muy frecuentemente en situaciones cuando los miembros de dos (o más) culturas distintas se encuentran en un lugar geográfico o un lugar virtual y se enfrentan las diferencias entre sus costumbres, sus lenguajes, sus historias, sus religiones, sus maneras de pensar, los estilos arquitectónicos de sus países y muchas otras cosas. Este encuentro puede ser muy superficial, como tiene lugar predominantemente en caso del turismo masivo, cuando los turistas están dedicados a hacer una serie de fotos de los sitios más populares sin estudiar la historia del sitio, su idioma local y las opiniones de los habitantes.
También es muy superficial mirar los videos que presentan y comentan otras culturas sin explicar las razones por las que se piensa y actúa de una manera tan diferente de la que se hace en nuestra cultura. De vez en cuando se habla del ‘multiculturalismo de 3S’, lo que significa un tipo de encuentro multicultural en el que se observan solamente las diferencias de la ropa (Sari), de la cocina (Samosa) y de la música (Steel drum o tambor metálico) sin darse cuenta de la confrontación cultural o de las diferencias estructurales entre las tradiciones.
Una manera un poco más profunda es ser capaz de convertir este encuentro cultural en un conocimiento de los mecanismos responsables para la creación y para el funcionamiento de la cultura en este modo o en otro modo. ¿Por qué hacerlo? Unas de las respuestas posibles es buscar las diferencias entre dos (o más) culturas para identificar de la manera más clara los carácteres de ellas y, de esta manera, buscar la identidad de nuestra cultura y, quizá, de otras. Ese fue el caso de Gombrowicz. Su caracterización de la cultura argentina le ayudaba en su reconstrucción, o sea, su interpretación de los rasgos típicos de la cultura argentina y, al mismo tiemplo, de la polaca. Analizando los temas recurrentes de los escritores de ambas tradiciones literarias, descubrió que las dos se pueden caracterizar como secundarias frente de las culturas dominantes porque se referían constantemente a las literaturas más fuertes. Como en Argentina, ser un miembro de una cultura secundaria ha sido el tema permanente en Polonia y constituye la imaginación común de los polacos de casi todas las épocas y de casi todas las esferas sociales, no solamente de los artistas.
Gombrowicz no estudiaba la cultura argentina de modo científico, sino que la interpretaba de modo literario. Tampoco es claro qué mérito tiene en la Argentina de los años cincuenta y sesenta porque sus obras no fueron populares allí durante esa época. Sin embargo, su mensaje es muy claro. Los argentinos, como los polacos, tienen un sentido de ser los miembros de una cultura periférica en dos sentidos de la palabra; ‘periférica’ como distante de los centros culturales, como Francia y Estados Unidos y, en el segundo sentido, de una cultura inferior o menos avanzada en relación con las culturas dominantes. Eso significa, por ejemplo, que siguen buscando la confirmación de su eminencia fuera porque no son capaces de establecer los criterios de su eminencia ‘aquí’, sin referirse al mismo tiempo a las culturas centrales, las que establecen los criterios de eminencia cultural.
Su multiculturalismo tiene, por tanto, un aspecto específico. Dicho brevemente, no declaraba la igualdad de las culturas sino artistícamente presentaba un choque entre un tipo de culturas (provinciales o secundarias) con otro tipo de culturas (dominantes o centrales) y mostraba, a través de sus obras literarias, las consecuencias de esta confrontación. ¿Cuáles son? En primer lugar, una actitud dependiente de lo que opinan los miembros de las culturas más potentes y, en segundo lugar, un sentido de la confrontación cultural como un desafío importante para los que son, o piensan que son, responsables de la creación cultural de su país natal.
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